sábado, 17 de diciembre de 2011

Escenas en un centro comercial (Postales de temporada)

Hace mucho tiempo, un suceso que nuestro mundo convirtió por arte de birlibirloque solamente en una postal (para no entrar en temas que puedan atentar contra sus ansiadas libertades), le da la ocasión de celebrar la fiesta más esperada por todos. Es una historia por cuadros, bien conocida.


En la primera escena, en pleno cierrapuertas de una tienda, dos mujeres forcejean por una cartera. De pronto, en lo más intenso de la lucha, suena un villancico; ambas se detienen avergonzadas, se miran entre sí sonrientes y una le cede amorosamente a la otra el accesorio, en un clima de inusitada armonía.
En la segunda escena, un niño comparte el panetón que le han regalado con un hombre necesitado al que encuentra en la calle. En la siguiente, las estrellas de un canal de televisión, junto a sus hijos en el clima de felicidad familiar de sus hogares, estimulan al televidente al amor y la solidaridad.
Los Bancos, por su parte, redactan sus más altruistas textos para asegurar una vez más que su único objetivo es el bienestar de sus clientes a lo largo y ancho del territorio nacional; y que en estas fiestas, como siempre, estarán a nuestro lado en la cena familiar.
Las top model internacionales, con gorritos de pompón blanco, llenan los encartes que propician el amor expresado con hechos a precios de oferta. En el querido supermercado, un barbudo Papá Noel aterroriza a un niño pequeño que todavía no sabe bien quién es ese extraño personaje de temporada (todavía no le llaman "Santa", pero es sólo cuestión de un poco de tiempo).

Todos compran, todos gastan; la euforia invade la ciudad y opaca todo lo demás, por la única ocasión en la que es posible rozar esa acepción del amor del que todos hablan al final de cada año.

En el mundo desarrollado, los líderes políticos simularán dejar de lado sus angustias enviando saludos, deseos de un futuro con Bolsas en subida y esperanzas de PBIs fortalecidos.
En sus campamentos en tierras extrañas, los soldados de la fuerzas de ocupación mirarán con nostalgia las fotografías de sus familias; y seguirán creyendo que pronto todo volverá a ser como cuando eran niños.

Pasado todo, en enero, los ideales de amor, solidaridad, amistad, unión familiar, tendrán que hacerse a la realidad de que todo volverá a ser como siempre los once meses siguientes. Nuevamente los noticieros nos inundarán de crímenes, violaciones y corrupción a todo nivel. Y todos aceptarán indolentemente ese otro lado de la vida, entretenidos con los espejismos que han diseñado los operadores de la economía mundial, las grandes tiendas por departamentos, los fabricantes de distracciones, los creadores de los últimos juguetes para la comunicación.

Y el próximo fin de año, igual que en éste, las multitudes volverán a apuntar con sus arcos de espaldas al objetivo.

Mientras tanto, el Amor verdadero sigue allí, esperando que lo tome cada uno para sí. La Paz está aguardando ser una realidad permanente, por encima de las circunstancias cambiantes. Y la Vida continúa para muchos produciendo frutos reales y trascendentes, en medio de un mundo constructor de teorías y escondrijos ilusorios, aborrecedor de la sola idea de valores y verdades absolutas.


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