domingo, 29 de mayo de 2011

Los mensajeros de cultura

Luis Soriano en el campo con sus ayudantes Alfa y Beto
Todos los fines de semana, Luis Soriano cruza el campo camino adentro, llevando a los dominios de la pobreza y el desamparo sus jardines encantados. Temprano enjaeza de cultura sus dos burros para llegar a tiempo a la cita; coloca sobre los lomos de los animales las alforjas con los libros y el singular cartel: Biblioburro. Los niños lo esperan ansiosos; "él trae cuentos, y lee los libros, y jugamos, y a veces pintamos...".
Bajo un árbol frondoso, en un rito sencillo y campechano, arma mesas y bancas, mientras los niños del caserío se acomodan expectantes.


Entonces abre el libro y empieza a narrar la historia. Los niños hacen preguntas y participan conforme se van introduciendo en la fantasía; cierran los ojos y "ven".
Dice: "Si cierran los ojos están usando la imaginación; es cosa de cambiarles la vaina". 
(El quiere que tengan la ocasión de abrir la mente a esferas de conocimiento y poesía, en medio del panorama de dureza extrema en el que han nacido).
"Estos niños están atravezados por una situación de violencia verraca...
son niños que vieron gente ahorcada, gente muerta, mutilados...
que veían a sus papás atemorizados, que se tenían que esconder en el arroyo;
son niños que de una ú otra manera se quedaban mudos;
(ahora) ya se ríen abiertamente, no se esconden atrás de un árbol".
Su meta es clara: "Queremos cultivar colombianos con mentalidad crítica, constructiva, y mucha imaginación".
Recuerda: "Cuando yo estaba estudiando, me gustaba mucho la biblioteca; era el punto de escondite...de las tareas y obligaciones".
Su madre, una mujer sencilla, de gestos elocuentes y sabiduría natural cuenta:
"Cuando le pregunto ¿Y bueno, de dónde sacaste tú esa idea?, (me dice), de la mente...
El se perdía de la casa y lo encontraban en la Biblioteca; eso le agradaba a él,,, y él se fue en su mente hasta allá ..."

En el departamento de Magdalena, los niños no llevaban las tareas; la respuesta, simple y contundente era siempre la misma: no tenían libros. Entonces, corazón sensible y deseo dispuesto, el profesor Soriano tuvo la visión: "si ellos no tienen biblioteca, hay que llevársela hasta allá".
Fue el punto de partida de su sueño generoso. Primero encontró a Alfa, luego a Beto, el par de jumentos que llevarían la preciosa carga. Contó a otros la utopía, tocó puertas precisas, consiguió los libros. Así nació el Biblioburro, su "biblioteca rural itinerante", la hermosa paradoja de los burros que llevan cada semana cultura por los campos colombianos.
Ver en YouTube el video de esta historia de realismo maravilloso fue una experiencia poética; un baño de frescura y vitalidad.

1 comentario:

  1. Que diferente sería este mundo si hubiesen mas Luis Soriano. Personas positivas, no materialistas, que lo único que quieren es compartir felicidad y cultura entre los que más lo necesitan.
    Mincha

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