Hace mucho tiempo, un suceso que nuestro mundo convirtió por arte de birlibirloque solamente en una postal (para no entrar en temas que puedan atentar contra sus ansiadas libertades), le da la ocasión de celebrar la fiesta más esperada por todos. Es una historia por cuadros, bien conocida.
sábado, 17 de diciembre de 2011
Escenas en un centro comercial (Postales de temporada)
miércoles, 30 de noviembre de 2011
El traslado
sábado, 19 de noviembre de 2011
El desconcierto
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Piazza. Alberto Giacometti |
lunes, 31 de octubre de 2011
El santo de la montaña
Un día de abril la pareja salió hacia la montaña. Primero caminaron recto; luego, girando sobre el camino, empezaron a subir por la pendiente. El imponente cañón, adornado en sus orillas por pequeñas flores escondidas entre las piedras, se extendía hacia adelante como un escenario dispuesto para algo, enmarcado por paredes de piedra que, en las partes más altas, tomaban un color pizarra oscuro contra la luminosidad del cielo serrano. Caminaron, caminaron, subieron, y subieron más; hasta que cayó la noche. A esa noche siguió otro día, y otras noches; y otros días. De pronto volvieron los ojos a la tierra. Y se dieron cuenta de que estaban perdidos. Entonces él salió al camino.
miércoles, 26 de octubre de 2011
Las pésimas intenciones
Fui con mi esposa a un cine de La Molina a la función de las 8:20 de la noche, para ver Las malas intenciones, la película de Rosario García-Montero; esa noche hubo buena asistencia. Antes, pasaron los avances de los próximos estrenos: una sucesión de imágenes violentas, con profusión de autos estrellados e incendiados y diálogos cargados de maldiciones; y un par de esas comedias que ofenden la inteligencia y el buen sentido del humor: el menú habitual de casi todos los programas que se dan en las cadenas de cines que monopolizan el mercado, y que hace muchos años han cerrado el camino al buen cine que uno debería tener la opción de ver. Victoria absoluta (hasta el momento) del cine chatarra sobre el cine de arte, en consonancia con la superficialidad de la que Vargas Llosa llama con acierto "la civilización del espectáculo".
viernes, 21 de octubre de 2011
El tiempo de la indignación
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Indignados en la Plaza Catalunya, Barcelona |
El movimiento propugna la recuperación de los derechos básicos, el rechazo radical a la corrupción extendida, y al manejo de las clases políticas a favor de unas pocas élites económicas, a costa del empobrecimiento de las grandes mayorías: un elocuente identikit del carácter de este siglo de modernidad, sorprendentes avances tecnológicos y contrastes abismales. Es también un grito de hartazgo, y el clamor por una justicia hasta ahora utópica.
miércoles, 19 de octubre de 2011
El paisaje de todos los días
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Sobre el Sena |
martes, 16 de agosto de 2011
Flores en Camden Square
El 23 de julio miembros de su seguridad encontraron el cuerpo sin vida de Amy Winehouse en su departamento del barrio de Camden, al norte de Londres. Sabía muy poco de ella; apenas había visto o leído sobre sus premios, su adicción a las drogas y su carácter poco dispuesto a hacer concesiones con las formas políticamente correctas. Era para mí un nombre más, entre los muchos que cada día suenan en el mundo del espectáculo, tan pobre de verdaderos talentos y saturado más bien de productos para todos los gustos, desde los raperos displicentes con las gorras giradas hacia atrás y las starlets extravagantes con sus escándalos coordinados con la ruta de los paparazzi hacia las revistas del show business.
Ese mismo día me di con la noticia en Internet: hacía unas pocas horas había muerto la cantante; un alma sensible y demasiado talento para poder llevar consigo en su frágil humanidad. Impactado por la noticia busqué su música para escucharla, en principio por curiosidad. Tuve entonces una primera noción de la dimensión de esa pérdida, penosa, desproporcionada; aunque previsible y acorde con el mundo acelerado, solitario y abundante en malos recursos para escapar de la realidad en la que se movía.
lunes, 1 de agosto de 2011
Algo para celebrar
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Magaly Solier y Claudia Llosa con el Oso de Oro de la Berlinale |
sábado, 23 de julio de 2011
Entonces pensé en los sueños
Esta tarde jugaban cerca mío Cayetana y Flavia, mis nietas. Se habían puesto sus chaquetas para poder entrar al fondo del mar a buscar ballenas y tiburones. Por un buen rato corretearon en medio de los peces, contándose lo que veían mientras seguían el hilo de su imaginación. Entonces pensé en los sueños.
Los juegos de los niños y los sueños transcurren en lugares alternativos, liberadora y creativamente; son ejercicios necesarios. Cuando soñamos, accedemos a espacios en los que podemos transitar –aligerados de los pesos y afanes cotidianos– por experiencias fascinantes a veces muy intensas.
Cada noche al acostarme voy dejando poco a poco, como en el andén de una estación de tren, que se deslicen las últimas imágenes, los últimos fragmentos de ese día; y como si alguien manipulara un dimer, paso en algún momento impreciso bajo el dintel del inconsciente. Entonces, como entre brumas, empezará una nueva historia, con los protagonistas que me cruzaré esa noche; registrando escenarios, palabras, gestos, que luego enriquecerán mi mundo visual y mi memoria, reapareciendo en el momento preciso en mi trabajo o en las conversaciones.
Se dice que todos soñamos, pero sólo los de sueño ligero recuerdan lo soñado. Debe ser así porque yo, que me puedo despertar con el ruido que hace una mosca cuando se tropieza, recuerdo con precisión mis sueños y sus detalles: rostros desconocidos, ambientes, colores, sensaciones; el desarrollo facetado de las tramas con sus encuadres, travellings y paneos; como si hubiera visto a través del visor de una cámara el desarrollo de un guión. Al despertar, antes de abrir los ojos, voy dejando ese clima poco a poco, con nostalgia; tratando de retener, como al agua entre los dedos, imágenes y sentimientos sordos que se van esfumando irremediablemente. Los terrenos del misterio son evanescentes, pero pueden dejar en nuestro mundo personal un impulso creativo vivo.
Según Freud, lo que soñamos expresa deseos reprimidos que son claves para desentrañar el origen de los patrones de conducta. Los surrealistas, estimulados por Bretón y con el fondo de las teorías freudianas, buscaban en lo onírico una fuente de inspiración, y la puerta culta para dar salida a sus demonios, término tan caro a muchos artistas e intelectuales. Sin ningún interés en el cultivo de las obsesiones ni en los vericuetos oscuros del inconciente, prefiero contemplar con dedicación las telas de los surrealistas y metafísicos que aprecio: De Chirico, Magritte, Delvaux; penetrar en los climas y silencios urbanos de Hopper, o disfrutar cualquier tarde del juego de los niños: escuela prodigiosa de inventiva y libertad; y vivir y trabajar en mi pintura con los cinco sentidos, construyendo con los sueños realidades.
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La Linterna Mágica. 2010 |
Cada noche al acostarme voy dejando poco a poco, como en el andén de una estación de tren, que se deslicen las últimas imágenes, los últimos fragmentos de ese día; y como si alguien manipulara un dimer, paso en algún momento impreciso bajo el dintel del inconsciente. Entonces, como entre brumas, empezará una nueva historia, con los protagonistas que me cruzaré esa noche; registrando escenarios, palabras, gestos, que luego enriquecerán mi mundo visual y mi memoria, reapareciendo en el momento preciso en mi trabajo o en las conversaciones.
Se dice que todos soñamos, pero sólo los de sueño ligero recuerdan lo soñado. Debe ser así porque yo, que me puedo despertar con el ruido que hace una mosca cuando se tropieza, recuerdo con precisión mis sueños y sus detalles: rostros desconocidos, ambientes, colores, sensaciones; el desarrollo facetado de las tramas con sus encuadres, travellings y paneos; como si hubiera visto a través del visor de una cámara el desarrollo de un guión. Al despertar, antes de abrir los ojos, voy dejando ese clima poco a poco, con nostalgia; tratando de retener, como al agua entre los dedos, imágenes y sentimientos sordos que se van esfumando irremediablemente. Los terrenos del misterio son evanescentes, pero pueden dejar en nuestro mundo personal un impulso creativo vivo.
Según Freud, lo que soñamos expresa deseos reprimidos que son claves para desentrañar el origen de los patrones de conducta. Los surrealistas, estimulados por Bretón y con el fondo de las teorías freudianas, buscaban en lo onírico una fuente de inspiración, y la puerta culta para dar salida a sus demonios, término tan caro a muchos artistas e intelectuales. Sin ningún interés en el cultivo de las obsesiones ni en los vericuetos oscuros del inconciente, prefiero contemplar con dedicación las telas de los surrealistas y metafísicos que aprecio: De Chirico, Magritte, Delvaux; penetrar en los climas y silencios urbanos de Hopper, o disfrutar cualquier tarde del juego de los niños: escuela prodigiosa de inventiva y libertad; y vivir y trabajar en mi pintura con los cinco sentidos, construyendo con los sueños realidades.
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Piazza d'Italia. Giorgio De Chirico |
lunes, 18 de julio de 2011
Los oráculos mediáticos
domingo, 10 de julio de 2011
Al encender el Emerson
"Los mejores y los peores momentos de nuestra vida,
Sólo tengo que posar la mano sobre la tableta, abrirla como un abanico, cerrarla, o tocarla levemente con el índice; y las imágenes y los sonidos vienen como por arte de magia. El iPad es algo ya común, en el contexto de la multiplicación de la tecnología que, aunque transcurre en el espacio virtual, es real, visible y manipulable.
siempre están acompañados de alguna buena canción".
(Anónimo)
Sólo tengo que posar la mano sobre la tableta, abrirla como un abanico, cerrarla, o tocarla levemente con el índice; y las imágenes y los sonidos vienen como por arte de magia. El iPad es algo ya común, en el contexto de la multiplicación de la tecnología que, aunque transcurre en el espacio virtual, es real, visible y manipulable.
Sin embargo, no supera la magia del descubrir –a través de la radio y luego de los discos de 78 rpm de carbón– toda la gama maravillosa de la música que me tocó conocer desde niño, al encender en casa el Emerson a tubos para escuchar lo que oían todos en ese entonces, en el que aún no había televisión en nuestra ciudad.
martes, 28 de junio de 2011
Juegos de magia
Este es un mago bien vestido, encantador; y tiene un repertorio como para todos los gustos. No siempre usa los recursos tradicionales: conejos, pañuelos; también saca del sombrero palabras que solucionan impasses conceptuales, éticos y filosóficos. Los conceptos, reformulados, pueden ser artilugios útiles cuando se los necesita. Uno de los vocablos mágicos cada vez más utilizados es:
Es una palabra fantástica y de popularidad creciente: tiene que ver con el juego. Jugar es bueno: los niños juegan, y jugar con ellos nos enriquece y hace mejores. Hay juegos que liberan y distienden; otros que pueden conducir a severas adicciónes.
Jugar puede ser también la clave para no tomar las cosas tan en serio; para estimularnos a tener una mirada amable sobre lo que hacemos o pensamos, sin que nos hagamos mayores problemas. En tiempos ya superados, el ejercicio de la literatura, las artes visuales, el pensamiento, los estilos de vida y toda forma de expresión, implicaba asumir una responsabilidad y un costo. Esas actitudes heroicas no encajan mucho en la modernidad.
Jugar puede ser también la clave para no tomar las cosas tan en serio; para estimularnos a tener una mirada amable sobre lo que hacemos o pensamos, sin que nos hagamos mayores problemas. En tiempos ya superados, el ejercicio de la literatura, las artes visuales, el pensamiento, los estilos de vida y toda forma de expresión, implicaba asumir una responsabilidad y un costo. Esas actitudes heroicas no encajan mucho en la modernidad.
martes, 21 de junio de 2011
La sala iluminada levemente por el brillo del ecran
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New York Movie. Edward Hopper |
miércoles, 15 de junio de 2011
Holograma
Globo globalizado
castrador totalitario de aire natural
no de helio
no de helio
por eso de la contaminación –súbito celo de pureza–
que ha despertado de pronto en líderes de opinión
que ha despertado de pronto en líderes de opinión
preocupados o calculadores
en maniquíes de la haute couture
que no usan abrigos de piel pero se pegan tiros
prototipos consagrados por Vogue o por Bazaar
arbiter maximus
en estrellas que disfrutan sus breves minutos
sobre la alfombra roja
emiten posan para el ángulo perfecto
alumbran pensamientos reciclables
Globo globalizador tramposo
caballo de Troya
no te creo para nada
Los alegres seguidores del culto digital
cautivos por el gran juguete
lúcidos y abstractos
se confiesan entre ellos por la red
recostados impúdicos en el diván virtual
desnudando vacíos e información
Globo globalizado visual lúdico
para no tomar en serio
trascendencias obsoletas
video blackberry
revista de fin de semana
en ese pub bacán
Todas las mañanas
después del desayuno
viene el petirrojo a pararse en la reja de la cochera
el globo globalizado es un juego de palabras
sábado, 4 de junio de 2011
Algunos objetos personales
Aquí comparto unas obras antiguas que tengo colgadas en mi casa y que no he exhibido nunca.
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Bodegón. Óleo sobre lino. 40 x 48 cm. 1960 |
Cuando Juan me llamó y empezó a describir el cuadro, lo identifiqué de inmediato: lo había pintado en mi segundo año de Bellas Artes, fuera de mis trabajos de la Escuela, y lo recordaba especialmente; aunque (después de muchos andares) no sabía qué suerte habría corrido.
Al día siguiente vino a visitarme trayendo el bodegón. Me gustó verlo, sumado a todas las reminiscencias que trajo consigo; le pedí que me lo dejara por unos días e hice una copia fiel que guardo conmigo. Además, generosamente, me regaló una antigua y hermosa prensa para grabado.
martes, 31 de mayo de 2011
Los habitantes
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La Torre de Cayetana / 2011 |
domingo, 29 de mayo de 2011
Los mensajeros de cultura
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Luis Soriano en el campo con sus ayudantes Alfa y Beto |
Bajo un árbol frondoso, en un rito sencillo y campechano, arma mesas y bancas, mientras los niños del caserío se acomodan expectantes.
sábado, 28 de mayo de 2011
La novia del viento
El 25 de Mayo murió Leonora Carrington, pintora, grabadora, escultora, dramaturga y escritora inglesa; tenía noventa y cuatro años y ha dejado en su obra ventanas que se abren a mundos habitados por seres fabulosos que transitan entre el sueño y una realidad secreta; metáforas y simbolismos entresacados de mitos celtas y toda la riqueza de la cultura mexicana.
Nacida en Lancashire, fue compañera de Max Ernst y amiga de los surrealistas. Cuando Ernst –quien la llamaba "la novia del viento"– fue tomado prisionero por razones políticas, cayó en una profunda depresión, siendo internada por su padre en un hospital siquiátrico en Santander, del que escapó. Huyendo de las hordas nazis viajó a Lisboa; de allí a Nueva York y finalmente a México, donde se quedó por setenta años.
Vivía en la colonia Roma, calle Chihuahua, en una casa de piedra con pasadizos adornados por helechos y una escalera de caracol por la que subía a su taller pintado de blanco, bajo la claraboya que recortaba el azul del cielo mexicano. Era, según Octavio Paz, "un personaje delirante, maravilloso...un poema que camina, que sonríe, que de repente abre una sombrilla que se convierte en un pájaro que se convierte después en un pescado y desaparece".
Al día siguiente de su muerte, su cuadro El árbol de la vida fue vendido en una subasta de Sotheby´s por 578,500 dólares: prosaico homenaje del que felizmente la Carrington no se llegó a enterar.
Nacida en Lancashire, fue compañera de Max Ernst y amiga de los surrealistas. Cuando Ernst –quien la llamaba "la novia del viento"– fue tomado prisionero por razones políticas, cayó en una profunda depresión, siendo internada por su padre en un hospital siquiátrico en Santander, del que escapó. Huyendo de las hordas nazis viajó a Lisboa; de allí a Nueva York y finalmente a México, donde se quedó por setenta años.
Vivía en la colonia Roma, calle Chihuahua, en una casa de piedra con pasadizos adornados por helechos y una escalera de caracol por la que subía a su taller pintado de blanco, bajo la claraboya que recortaba el azul del cielo mexicano. Era, según Octavio Paz, "un personaje delirante, maravilloso...un poema que camina, que sonríe, que de repente abre una sombrilla que se convierte en un pájaro que se convierte después en un pescado y desaparece".
Al día siguiente de su muerte, su cuadro El árbol de la vida fue vendido en una subasta de Sotheby´s por 578,500 dólares: prosaico homenaje del que felizmente la Carrington no se llegó a enterar.
miércoles, 25 de mayo de 2011
La radio
Siendo niño, una de las cosas que me resultaba más emocionante era que, con cierta frecuencia, solíamos ir con mis padres a los auditorios de las radios América, El Sol, Excelsior, Central, para ver en persona a los famosos que visitaban Lima. No habiendo aún televisión, la radio era la distracción más popular y asequible; y todos los artistas de renombre recalaban en sus escenarios para el disfrute popular de la incipiente farándula de esos días. Siempre llegábamos temprano para conseguir los mejores lugares; con expectación creciente debíamos esperar largos minutos sentados frente a las cortinas del auditorio hasta que, llegada la hora, éstas se descorrían descubriendo el escenario iluminado, con el piano de cola, los atriles para la orquesta y los micrófonos. Poco a poco, conforme se apagaba el murmullo de la sala, iban entrando los músicos y acomodándose frente a sus partituras. Finalmente hacía su entrada el presentador, quien con estilo rimbombante, arrastrando las consonantes para darle más brillo a su impostada voz, anunciaba a la estrella de la noche que de pronto aparecía, materializando las fantasías de los afortunados que habían conseguido sus pases haciendo cola desde temprano en las oficinas de la emisora. A partir de entonces, todos seguiríamos las indicaciones de los avisos que se encendían en el momento oportuno: "Silencio", "En el aire", "Aplausos", colaborando con esos momentos que sin duda, aunque de otra manera, eran también mágicos para los que escuchaban sentados frente a los aparatos de radio en sus casas.
En esas noches memorables conocí a muchos famosos: Daniel Santos, Bienvenido Granda, Pedro Infante, Xavier Cugat, Dámaso Pérez Prado, Leo Marini, y otros que se esconden entre los vericuetos de la memoria; pero entre ellos, recuerdo especialmente a una cantante mexicana de la que no volví a saber más: Elvira Ríos, una mujer alta de cabello largo y ondulado, a quien llamaban "la voz de humo" por el sonido grave y profundo de su voz.
El Paisaje de la Lima bohemia y cambiante
Los "huecos" de la gente del medio cultural en los 60's
Lima tenía algunos refugios en los que por las noches se reunía la gente del ambiente cultural: el Café Viena, en la calle Ocoña, a un paso del Instituto de Arte Contemporáneo, donde prácticamente residían algunos pintores abstractos reconocidos; el Versalles, más farandulero y de trasnoche, en los portales de la Plaza San Martín; el Tivoli, en La Colmena, donde se juntaba gente de teatro; el Palermo, en la misma avenida: más bar y menos café, reducto de escritores y poetas de izquierda; el Mario, en la esquina de Tacna con Colmena.
De estos lugares, sin duda el más emblemático era el Negro Negro, un sótano al costado del Bar Zela, propiedad de Rosa Barba. Allí tocaba el piano Freddy Ochoa, músico ciego de manos ligeras; mientras Pablo Branda, que además de músico tenía varios talentos, tocaba el contrabajo y cantaba con sabor propio hermosos sones cubanos; y algunas veces terminaba la noche con nosotros en el Zela, contándonos chistes con una gracia que todos le reconocían. Una noche encontré en el Negro Negro, sentado a la barra, a Sérvulo Gutiérrez, artista ya por entonces legendario a quien conocía sólo de vista. Me acerqué a él y lo saludé con respeto; el pintor me miró de costado y me preguntó si tenía un papel; tomé una hoja en blanco de un cuaderno de apuntes y se lo di. Entonces dibujó de cuatro trazos un rostro de mujer, tomó una flor del jarrón que adornaba la barra y coloreó con los pétalos el dibujo, tiñéndolo de carmesí. Me dio la hoja y volvió otra vez a su copa y a sus pensamientos.
Lima tenía algunos refugios en los que por las noches se reunía la gente del ambiente cultural: el Café Viena, en la calle Ocoña, a un paso del Instituto de Arte Contemporáneo, donde prácticamente residían algunos pintores abstractos reconocidos; el Versalles, más farandulero y de trasnoche, en los portales de la Plaza San Martín; el Tivoli, en La Colmena, donde se juntaba gente de teatro; el Palermo, en la misma avenida: más bar y menos café, reducto de escritores y poetas de izquierda; el Mario, en la esquina de Tacna con Colmena.
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Freddy Ochoa en el Negro Negro |
Una parte de la historia de la vanguardia de los 60's
El grupo Señal, Arte Nuevo y El ombligo de Adán
Con Luis Arias Vera y Jaime Dávila, y con el propósito de trabajar y exhibir juntos, formamos un grupo al que llamamos Señal. Nuestra pintura tenía en común las estructuras mecánicas, el uso de signos y plantillas, y una decidida distancia con el lirismo condescendiente de mucha de la pintura reconocida en los círculos oficiales; teníamos claro lo que buscábamos y trazábamos proyectos en el aire, siempre esperando la ocasión de concretarlos. Coincidentemente Nicolás Maruy, un empresario interesado en el arte y que nos había comprado algunos cuadros, visionario y arriesgado, alquiló un local en el piso alto de un edificio en el pasaje Olaya con vista a la Plaza de Armas y sobre el café Atlantic, montó la Galería Solisol y nos invitó a exponer.
Para la exhibición editamos un catálogo con fotografías de Pepe Casals, y en la carátula las vías entrecruzadas de una estación de trenes. Unos meses después, motivados por la buena recepción a nuestro trabajo y ante una nueva invitación –con la inclusión en el grupo de José Tang y Armando Varela– estábamos exponiendo en el Instituto de Arte Contemporáneo, la sala más importante de Lima y que dirigía Mahia Biblos. En esa muestra colgué algunos cuadros de formato grande en los que empecé a utilizar matrices de serigrafía para imprimir con pistola de aire, junto a especies de armazones mecánicos y grafismos que se mezclaban entre sí, imágenes fotográficas sobre fondos de colores intensos. La muestra, que ocupó las dos salas del IAC, tuvo bastante notoriedad, enfrentando criterios y posiciones en el medio limeño, bastante conservador hasta entonces. Marta Traba, influyente teórica nacida en Buenos Aires y afincada en Bogotá, escribiría después en defensa del arte “culto” latinoamericano que propugnaba: “En 1966 los jóvenes arman meticulosamente una guillotina y la hacen funcionar regularmente a través del grupo Señal (…) En la primera exposición del grupo Señal (…) se abre el tajo profundo por cuya brecha entrarían en avalancha todas las nuevas formas”, señalando lo que vino después en el panorama de la pintura peruana.
Con Luis Arias Vera y Jaime Dávila, y con el propósito de trabajar y exhibir juntos, formamos un grupo al que llamamos Señal. Nuestra pintura tenía en común las estructuras mecánicas, el uso de signos y plantillas, y una decidida distancia con el lirismo condescendiente de mucha de la pintura reconocida en los círculos oficiales; teníamos claro lo que buscábamos y trazábamos proyectos en el aire, siempre esperando la ocasión de concretarlos. Coincidentemente Nicolás Maruy, un empresario interesado en el arte y que nos había comprado algunos cuadros, visionario y arriesgado, alquiló un local en el piso alto de un edificio en el pasaje Olaya con vista a la Plaza de Armas y sobre el café Atlantic, montó la Galería Solisol y nos invitó a exponer.
Para la exhibición editamos un catálogo con fotografías de Pepe Casals, y en la carátula las vías entrecruzadas de una estación de trenes. Unos meses después, motivados por la buena recepción a nuestro trabajo y ante una nueva invitación –con la inclusión en el grupo de José Tang y Armando Varela– estábamos exponiendo en el Instituto de Arte Contemporáneo, la sala más importante de Lima y que dirigía Mahia Biblos. En esa muestra colgué algunos cuadros de formato grande en los que empecé a utilizar matrices de serigrafía para imprimir con pistola de aire, junto a especies de armazones mecánicos y grafismos que se mezclaban entre sí, imágenes fotográficas sobre fondos de colores intensos. La muestra, que ocupó las dos salas del IAC, tuvo bastante notoriedad, enfrentando criterios y posiciones en el medio limeño, bastante conservador hasta entonces. Marta Traba, influyente teórica nacida en Buenos Aires y afincada en Bogotá, escribiría después en defensa del arte “culto” latinoamericano que propugnaba: “En 1966 los jóvenes arman meticulosamente una guillotina y la hacen funcionar regularmente a través del grupo Señal (…) En la primera exposición del grupo Señal (…) se abre el tajo profundo por cuya brecha entrarían en avalancha todas las nuevas formas”, señalando lo que vino después en el panorama de la pintura peruana.
Música y estilo de vida de los 70's
Las invasiones
La noche anterior había visto la noticia por televisión. Estando cerca a Bellas Artes, como traía la Nikon, bajé por el jirón Junín hacia la Plaza de Armas. Una cuadra antes, soldados armados impedían el paso a la gente, que se aglomeraba tratando de ver a la distancia lo que ocurría en la explanada de Palacio. Debí mostrar mucha decisión al cruzar por entre los curiosos con la cámara en alto, porque los soldados me dejaron pasar. Las rejas de la Casa de Gobierno estaban resguardadas por dos hileras de tanques; grupos de hombres de prensa apostados en las esquinas observaban en silencio; algunos fotógrafos se acercaban a los pilotos de los tanques que, inmutables, miraban a otro lado; la tropa, desperdigada por todas partes cubría el perímetro de la plaza. El general Juan Velasco, argumentando la necesidad de tomar la justicia por las astas, había derrocado a Belaúnde mediante un golpe de estado y aseguraba que por fin los campesinos y los pobres tendrían un lugar en la historia (con el tiempo, las ilusiones de los olvidados de siempre terminarían diluyéndose: poder y justicia no han sido nunca buenos amigos).
La noche anterior había visto la noticia por televisión. Estando cerca a Bellas Artes, como traía la Nikon, bajé por el jirón Junín hacia la Plaza de Armas. Una cuadra antes, soldados armados impedían el paso a la gente, que se aglomeraba tratando de ver a la distancia lo que ocurría en la explanada de Palacio. Debí mostrar mucha decisión al cruzar por entre los curiosos con la cámara en alto, porque los soldados me dejaron pasar. Las rejas de la Casa de Gobierno estaban resguardadas por dos hileras de tanques; grupos de hombres de prensa apostados en las esquinas observaban en silencio; algunos fotógrafos se acercaban a los pilotos de los tanques que, inmutables, miraban a otro lado; la tropa, desperdigada por todas partes cubría el perímetro de la plaza. El general Juan Velasco, argumentando la necesidad de tomar la justicia por las astas, había derrocado a Belaúnde mediante un golpe de estado y aseguraba que por fin los campesinos y los pobres tendrían un lugar en la historia (con el tiempo, las ilusiones de los olvidados de siempre terminarían diluyéndose: poder y justicia no han sido nunca buenos amigos).
Las paredes de la casa
Amantes
paseando
por
el
aire
fresco
de
la tarde
O que beben vino
en su mirador acústico
La muerte prisionera
de la Vida
Catrina romántica pero vencida
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